jueves, 5 de junio de 2008

Nadie en una casa azul de Coyoacán

Debo decir que lo que más me gusta de Frida Kahlo es ella misma, su personalidad: el ícono que es, el personaje. No soy tan admirador de sus pinturas y qué mal por eso porque, pues, era pintora. De todas maneras me vi atraído a ir a La Casa Azul: el Museo Frida Kahlo. Entramos, mi amigo Esaú y yo, y un empleado nos explicó cómo es el recorrido, pero antes teníamos que ir al baño y ese desvío me llevó al jardín donde está la pirámide que sirve para exhibir varios objetos arqueológicos y pensé que no es tan impactante ver personalmente los lugares que uno tanto ha visto en fotos o películas y de los que tanto le han hablado otros.

Comenzamos el recorrido y en la primera sala había algunos cuadros nunca antes exhibidos y algunos hasta sin finalizar, y lo que más me gustó ver fue los dibujos que seguramente ella hacía en papeles cualesquiera cuando la necesidad de sacar un pensamiento era urgente. La segunda sala está dedicada a Diego Rivera y no me interesó mucho (después nos fuimos al museo Diego Rivera "Anahuacalli", pero esa es otra historia). Habían algunas salas cerradas por mantenimiento, pero pudimos ver el comedor, una habitación, la cama de Frida con su máscara mortuoria, la pared llena de exvotos originales, piezas de vajilla, piezas decorativas de cerámica, etc. Bajamos de un segundo piso al patio. Un grupo de muchachas nos pidieron que les tomáramos una foto y yo se las tomé. Abajo había un televisor donde vi un documental sobre unos ex alumnos de Frida que hablaban de cómo era ser alumno de ella y cómo pintaron la fachada de la pulquería La Rosita como parte de un proyecto de iniciativa de Frida. En esa época era prohibido pintar las fachadas de las pulquerías porque eso atraía a la gente.

Pero se acabó el Museo Frida Kahlo para nosotros (Frida Kahro, para unos japoneses que ahí estaban). Me resultó pequeño aun teniendo en cuenta lo de las salas cerradas; pero fue bonito quedarse parado un rato, viendo las flores y árboles del jardín, viendo las paredes y pasillos sabiendo que ahí vivió Frida; imaginándola.

2 comentarios:

Carlos Chávez dijo...

Sí escribiste sobre México. Qué chivo está esto...

Nadie dijo...

Claro que tenía que escribir sobre México, Carlos. ¿Cómo no hacerlo?