miércoles, 31 de marzo de 2010

Racional

Éste es mi performance. Dos puntos. Dormir a lo ancho de la cama con los pies colgando. Ésta es mi instalación. Dos puntos. Servilleta rota amarrada a una pajilla incrustada en un vaso de durapax sobre un plato desechable. Ésta es mi intervención. Dos puntos. Yo dejando mis huellas por San Salvador. Éste es mi arte objeto. Dos puntos. Mi tenedor favorito, conmigo desde la infancia, lamido incontables veces por mí. Éste es mi arte digital. Dos puntos. Tu foto en Mis Imágenes. Ésta es mi escultura... Éste es mi dibujo... Éste es mi Guggenheim.
Bonito el Guggenheim Museum

martes, 30 de marzo de 2010

Segundo sueño

El centro comercial, uno que no existe, bajo mis pies y al rededor y sobre mí. El tiempo traspasándome y la espera. No tan tarde, un poco noche. Un poco de frío sin suéter. Aire acondicionado, seguramente. Una gran ventana deja ver la ciudad. Ha de ser día quince o treinta. Luces blancas que vienen en hileras por las calles. Luces rojas que van. Todas lentas. El tráfico se ve insoportable. El tiempo y la espera siguen. 
Aparecés 
y yo no sé si darte la mano o abrazarte. 
Pendejo.
Foto tomada de mipaisacolores y modificada por mí. 

lunes, 29 de marzo de 2010

Quartett

Mort d'une putain...
à présent nous sommes seuls...
cancer...
mon amour...
Isabelle Huppert y Benoît Maréchal en el montaje de QUARTETT de Robert Wilson


Muerte de una puta...
ahora estamos solos...
cáncer...
mi amor...


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QUARTETT es una obra de Heiner Müller basada enla novela epistolar LAS AMISTADES PELIGROSAS de Pierre Choderlos de Laclos. 

jueves, 25 de marzo de 2010

No lo soporto


Ésto

Siempre es buena idea irse en la tarde. Siempre es extraño caminar con la piel sensible, absorbiendo los recuerdos que se crean al paso. Las sombras en verano son mejores. Se agradece una noche con calor y silencio y ropa interior. ¿Para dónde iba Dios cuando pasó por El Salvador? Con la edad voy acumulando cosas dentro, y son tantas ya, que me comenzaron tics diversos hace años. La mirada de la gente, cómo penetra. Estos días deberían ser una pantalla donde esconder con la mano las cosas que no me gustan. Debería poder agarrar a algunas personas y moldearles la cara hasta que tuvieran las apariencias que yo quisiera. Una tarde, subiría a un techo, si pudiera, y pasaría solo toda la tarde documentando, de alguna manera, el paso de las nubes en el cielo. Uno está lleno de buenas intenciones. Las buenas intenciones nunca me han gustado. ¿Era Dios o el Endeavor el que pasó por El Salvador? Es mentira, casi, cuando digo que me vale verga. Me importan tantas cosas. Ya no quiero seguir escribiendo ésto.     

martes, 23 de marzo de 2010

Por favor / Gracias

DUI (2007) - Alguna maitra que trabaja en Docusal
Yo necesito un amigo que me abrace a la fuerza y que me meta la cara en su pecho y me despeine como consuelo y se deje que le moje la camisa y se la ensucie porque los mocos nunca han sido limpios y las lágrimas nunca han sido secas. Y necesito que me diga que nada de lo que me rodea me rodea y que no me está pasando todo lo que me está pasando ni mucho menos. Que venga y me ayude a imaginar el futuro, que me ayude a pensar los detalles del futuro para apreciarlo mejor cuando venga. Yo necesito un amigo que sepa pronunciar las palabras correctas y escribirlas con tildes correctas y con los acentos adecuados para calmarme un poco. Yo necesito que me diga que me quiere y que no importa nada, que nada importa en la vida si yo no quiero, que lo único que importa en la vida es lo que quiero y así. Yo necesito un amigo que me acompañe sin comer todo un día. Yo necesito un amigo que me cierre los párpados con gentileza para que descanse un rato o para que no quede con los ojos abiertos por la eternidad. Yo necesito un amigo que me diga que qué maje soy mientras sonría y que me haga ver las estupideces que escribo y que me abrace, aún así. Yo necesito que un amigo me pierda un día por unas calles lindas de la ciudad y que haya sombra y no me duela la cabeza y cantemos una canción de los noventa y no podamos dejar de caminar por la alegría que nos impulsa a avanzar cantando, viendo las casas de la zona desconocida, adivinando las historias de quienes las habitan, encontrando parecidos a otras casas que quizás hemos visto y así, estar contentos. Yo necesito recordar la voz de un amigo cuando no pueda estar con él, en medio de los gritos párvulos de mis compañeros universitarios, cuando voy solo en el bus medio durmiéndome-medio despertándome a cada rato, cuando esté leyendo solo en una grada, cuando espere el bus por veinte minutos entre un albañil y un bolo dormido en la acera, cuando me siente en la tercera planta de la biblioteca a ver un pedacito de San Salvador y el volcán opacados por el contrastante reflejo de mi gesto severo en la ventana. Yo no necesito ofertas de cursos sabatinos de francés en mi correo. Yo no necesito un lapicerito en forma de jeringa. Yo no necesito un cuaderno por materia. Yo no necesito saludar siete veces en un día a la misma persona, y de beso... Yo necesito un amigo... Yo necesito una amiga...
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No revisé la ortografía ni la puntuación.

lunes, 22 de marzo de 2010

Caer

La Promenade (1875) - Claude Monet
Cómo las letras de tu nombre tienen colores ahora. Cómo cambia el clima justo ahora. Cómo me baño. Como cuentan los años desde Jesús, desde vos, yo cuento los días y cuento las estrellas y cuento cuánto han crecido ellas y cuánto te han dilatado la pupila. Cómo fuiste, una mañana, La Promenade de Monet pero sin sombrilla y sin vestido y sin niño al lado, sin grama que cubra tus pies, ni cielo amplio de fondo. Cómo fuiste, una mañana, La Promenade de Monet en alta definición mientras me saludabas y yo te respondía y al siguiente segundo hundía mi cara en mi libro de turno para seguirte viendo fijo, como cuadro, en cada letra impresa, puesta en ese orden por Mérimée. Cómo caminás. Como caminás, yo camino también porque si te detuvieras, yo pararía inevitablemente, torpemente. Y cómo estás ahí. Puedo contar los metros y los elementos y las personas que están entre vos y vos, vos que sos yo en otro cuerpo, con otra voz con las mismas palabras y las mismas intenciones, casi, quizás, ni sé. Cómo estoy aquí, guiado por mi nariz llorosa, que gotea lo que mis ojos no pueden porque aún no es tiempo ni de llorar, ni de sonreír mucho, mucho menos de carcajearse porque aún no es tiempo de dejarme, de permitirme y perdonarme decirte las palabras tan sencillas, poderosamente terribles, causantes de hemorragias cerebrales y otro número igual de sinónimos ridículos que sólo pueden insinuar lo mínimo que en mi garganta se siente como vómito que asoma pero que no existe porque, pues, siempre es temprano cuando te veo y no he desayunado la mayoría de las veces porque, vos sabés, el tiempo es corto para uno que es así, así de mal organizado. Como recuerdo tus uñas y no sé por qué, imagino que un día te digo que no busqués más un cortaúñas y te agarro la mano extraña y te arranco el excedente con mis dientes y en mi mano pongo la media luna diminuta que no es más que una imagen poética horrenda pero que, por ser tu uña, vale verga y se vuelve un tesoro todo: tu dedo, mi saliva en tu dedo, tu uña en mi mano, el nuevo recuerdo imborrable de tu dedo en mi boca y la hora, el día y la fecha de ese momento que ni existe y ni existirá. Cómo recuerdo tus uñas.   

miércoles, 17 de marzo de 2010

Nombre de tres sílabas

Todos deberían morirse al aparecer frente a mí.

Sos el único que puede aparecer.

Me entristezco la tarde
de ver que no te quiero tanto
ni te amo, por suspuesto,
porque la fuerza de lo que siento no basta
para jalar el piso, las aceras,
las calles y jardines,
las casas y las gentes;
hasta tenerte frente a mí
caminando incomparablemente lindo
con tu pelo negro sobre tu cara
y tus cejas negras sobre tus ojos,
sobre cada uno de ellos,
claros,
que me encuentran, por casualidad,
sucio,
al lado
de la montaña más grande de cosas y, vulnerable,
completamente destruible.

Podría llamarse Después

Desde que te despediste
simple,
te estás yendo en la profundidad de la página amarillenta de mi libro,
cubierto de líneas negras de letras,
horizontales,
que a cada paso tuyo
se vuelven un grado más borrosas
porque es tu espalda la que enfoco
desde estas coordenadas donde me he quedado
paralizado,
incrustado en la calidez espesa del verano
con un libro en la mano
y nada en la otra
donde aún se recrea
el ritmo de tu mano
que late y lo percibo
porque tu sangre bombea,
te pinta rojo de adentro
y te vuelve rosadas las palmas;

te irriga el cerebro
y yo, en secreto,
lo beso.

Inicio enésimo

Te toco.

Repinto las letras que te escribo.

Tu ojo
es perfectamente descriptible.

Estás aquí
cerca.
La sala es enorme y helada.
Los libros huelen a viejo porque lo están.

Me descubro la nuca
corriéndome el pelo
y, por coincidencia, en ese momento pienso
que te seguiría por siempre,
te esperaría
respirando aire acondicionado
como si fuera tu aliento
libre de pasta dental y cálido,
con olores pertinentes a una boca:
un aliento verde,
del mismo verde
que tu camisa.

martes, 16 de marzo de 2010

Moriré*

Estás tan joven
y sabés que voy a morir.

Aún así,
seguís envuelto en mi sábana
en nuestra cama
y por cada pestañeo,
por cada parpadeo tuyo, mientras me ves,
me aferro un minuto más
a seguir vivo.

Cuando te durmás
y cerrés los ojos siete horas,
moriré cada segundo más,
cada segundo que tengás los ojos cerrados.
Y si soñás moriré el doble,
y si soñás conmigo no pasará nada;
pero en la mañana,
cuando dos soles floten en tus ojos
y tu erección matutina irrumpa en el horizonte de la cama,
habré muerto por entero
—1.65 metros muerto—
y tendré razón
porque ya te había dicho que moriría
y por eso era que vos llevabas varias noches sin dormir.

Basta.

Estás tan joven que sobrevivirás.
Al ponerme sobre tu pecho desnudo a oír tu corazón,
me di cuenta de eso y no te lo dije;
sólo te besé el pezón izquierdo con los labios cerrados,
relajados y en silencio,
y me comencé a rendir
a un ritmo tan acelerado que me he vencido en varias noches.

Pero vos y yo,
sólo los dos, sabemos
con teorías que lo sustentan, a la fecha,
que no es reprochable dejarse morir.

Poné tu pecho cerca ahora
y dejá que te escuche el miércoles pronosticado dentro.
Hoy es martes.
Tus manos reconfortan mi cara y sólo verte, también.
Alterná un ojo en cada parpadeo,
así me muero más lento.
Quedémonos dentro de mis sábanas
mis últimas horas aquí
cerca.

Lo hemos aceptado.
Estoy tan viejo.
















--
*Título decidido al oír MORIRÉ de La Factoría en el bus.
El texto no tiene nada que ver con la canción... casi nada.
Sólo yo sé qué es esta imagen.

domingo, 14 de marzo de 2010

Impulso

Aún no sé qué es lo que me impide saltar sobre la butaca de adelante, poner un pie en la orilla del palco y tirarme del segundo piso de este teatro, estrellarme entre los asientos de abajo, quizás caer sobre algunas gentes ante la mirada atónita y los gritos de conocidos y extraños.
Ahora sí sé qué es.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Regresar hoy


Es un día como hoy. El sol es bueno, el viento también. Mi nuevo desodorante es bueno. El cobrador es amable. El Barney ha de haber sido bueno: los motoristas y cobradores de la ruta 3 lo recordarán (leo en los parabrisas). El motorista no me maltrata. Las señoras que aquí van me saludan al subirse, quizás para determinar si soy bueno. Van unas muchachas de un colegio de muchachas conmigo, van calladas —como yo que escribo—; ojalá sean buenas estudiantes —ya estoy viejo—, ojalá no las regañen porque se han manchado el uniforme blanco de jugo de naranja. Se baja una señora, se sube otra. Sólo mujeres van conmigo, en un día como hoy, que es bueno, que no es ayer, porque ayer todo era diferente: el soy quemaba, me golpeaba entre los barrotes del bus y la velocidad, la violencia, un marero
y esas cosas...

Aula Magna VI

Te quiero contar que donde estoy hay dos ventanas bien grandes, no tienen vidrios, no son cuadradas; son como bien aerodinámicas y lo que dejan ver (y por cómo lo dejan ver) parece cuadros bellísimos que te gustarían si estuvieras acá. Si veo a la izquierda, está el cielo, el cielo blanco de esta mañana y, en primer plano, hasta abajo, las hojas de unos arbustos que no sé de dónde salen. Atrás de los arbustos, surgen personas a veces —muchachos, hoy—; se ve que se elevan y llegan a un nivel regular en menos de dos segundos y, luego, desaparecen y no sé qué pasa con ellos (te lo contaría). En medio de la composición, la figura principal es un enorme techo gris que ha de elevarse desde el suelo y lo aviva un poco la gruesa orilla celeste que creo que es un canal por donde pasa el agua que llueve. 
Podrías tomar una buena foto.
Muevo el cuello, lo giro. Evito al señor que parece predicar al centro.
En la ventana derecha, el cuadro es muy diferente. Del extremo superior bajan las raíces de un árbol y se meten en la tierra (forrada de grama —entre verde y amarilla—) que parece una montaña en miniatura. Al extremo izquierdo se ve la terminación de un muro bajo de bloques de cemento, sobre el cual hay otros arbustos, detrás de los cuales se ven medios cuerpos humanos caminando inexpresivos. El fondo de eso —que bien podría ser el blanco cielo— es un edificio que empequeñece a los peatones y que irrumpe, recto y sólido, en el cuadro muy orgánico que hubiera podido haber. 
Podrías tomar una buena foto de ésto. 
Podrías aparecer caminando por una u otra ventana. De ser así, podría escaparme de esta clase y perseguirte... quizás hablarte.
--
Creo que la foto (modificada por mí con claras malas intenciones) es de 20andres07 de skyscrapercity.

sábado, 6 de marzo de 2010

Subestimar la poesía

Que nos entierren juntos 
en la misma tumba 
y, de ser posible, 
en el mismo cajón. 
Que estemos frente a frente 
para darnos besos 
y que eternamente,
después de muertos, 
gozar nuestro amor (sic).
Que nos entierren juntos, MIRAMAR.
(acá, una clara influencia en Gerardo Gómez)
Prepara bien tu argumento
si quieres dormir en mi cama.
Yo quiero un amor por siempre,
no el de una noche
que acaba en la mañana.
Nada, ANA BÁRBARA.
(rescatado por la Huelvelena)
Cuando empieces a olvidar mi nombre
y suspires por el de otro hombre,
yo te pido que te vayas lejos
donde no hayan viejos
recuerdos de amor.
El eco de tu adiós, RODOLFO AICARDI.
La pieza del pollo, 
la que no se come 
ni siquiera el gato, 
esa es la que está.
Piquito de pollo, IVONNE AVILEZ.
(agudas observaciones de lo cotidiano)
Yo lo que quiero es un besito tuyo, 
caliente,
para que se desaparezca la gente.
Electro movimiento, CALLE 13.
(rescatado por Efraín Rivera Caravantes)
Por eso friki friki friki friki friki frik, 
friki frik, frikitona;
dale, frikitona.
Frikitona, PLAN B.
(prima la musicalidad y la experimentación)
Tu quiere' el mmm,
te gusta el mmm,
te traigo el mmm,
y Lorna, a tí, te canta el mmm.
Qué rico el mmm,
sabroso el mmm,
y a tí te va encatal.
Papichulo, LORNA.
(recuerda a un poema erótico de Carmen González Huguet)
Cuando nos casemos
te voy a llevar
a la montaña
de luna de miel,
a ese paraíso allá en lo alto,
dejando atrás el ruido de los autos
y la orquesta sinfónica de los pájaros
amenizará la fiesta...
de nuestro gran amor.
Luna de miel, JHOSSE LORA.
(abandono de lo urbano, vuelco a lo bucólico)

miércoles, 3 de marzo de 2010

Puntos suspensivos

Si no fuera por Un Raro Dúo, Soda Cáustica y Las Güeltas, no tendría que leer. Qué aburrido ha estado este blog. Qué aburrida ha estado la "blogósfera" salvadoreña en general. Quizás por eso me fui a ver qué encontraba en Twitter. Sígame como @NadiePerfecto si quiere. Ya me sigue Yoko Ono (a mí y a doscientos mil usuarios más).
¿Qué pasa? ¿No hay algún blog chivo por ahí que aún no he descubierto?
Mientras tanto, yo sólo puedo prometer que pronto publicaré nuevas cosas para el deleite de todos nosotros. En unos días comenzaré a estudiar y espero vivir y pensar cosas dignas de escribir al respecto. Ojalá me guste alguien a quien no le guste yo, otra vez, para comenzar a publicar culerada y media. Ojalá nuevxs compañerxs me hagan sufrir con sus preguntas estilo "¿qué es agua?" y así generar la dosis necesaria de odio que todo el que escribe necesita de vez en cuando.