- Me gusta el momento (y lo que en él siento) en que el café instantáneo granulado viene subiendo por el agua hirviendo en la taza y llega en medio como una nube de polvo, mientras arriba el agua aún es clara y ahí no es café todavía, ahí está a punto de serlo. Me encanta ese momento. Si seis veces preparo café al día, seis veces lo aprecio. Es como para acostarse y flotar sobre el agua mientras la nube gigante del café viene hacia mí. Es como la idea de un video arte.
- Me gusta pasar los canales de televisión y no dejar ninguno ni un minuto. Dar dos vueltas, tres y ocho y no ver nada, nunca enterarme de qué se tratan las cosas y suponer, inventar la continuación de las frases, la continuación de la historia, hacerla propia y meterme en ella, coserla a la medida de mis fantasías. La madrugada es el mejor momento para hacerlo. De día, me gusta leer María de Oro en el diario sólo una vez al mes. Leer los dos cuadros y nunca enterarme de qué se trata. Inventar. Suponer.
- Me gusta usar mi agenda como recordatorio de lo que hice y no como planificador de lo que haré. Me gusta porque tiene fotos lindas, porque me la regaló alguien que quiero y en la portada tiene una virgen. Me gusta mi agenda porque en ella escribo estas cosas en las fechas de inicio de año que no usé y les coloco las fechas actuales, éstas en las que escribo, y las palabras quedan adornadas de fechas distantes, fotos hermosas y los manchones de cuando me equivoco.
- Me gusta haber reconocido, hace unos momentos, frente a mí mismo, que no quiero relaciones amorosas, que me siento bien así y que la soledad es linda y posee mucho tiempo. Cuando estoy solo (soltero [palabra más fea]) tengo cosas feas en mí, sufrimientos, y eso me inspira, me empuja, me jala el pelo y pone lapiceros en la mano. Cuando estoy feliz me vuelvo otro y no sé qué palabras son las que describen lo que siento y no me gusta. Por eso, quizás (muy seguramente), me gustan los muchachos arrogantes y malos de la cabeza, destructivos, que me den las emociones suficientes para escribir (que es por lo que decido seguir en el mundo), que me besen y me muerdan los labios, que me quieran.
Foto: Pierre et Gilles
Título: La Madone au coeur blessé (1991)
Modelo: Lio
8 comentarios:
Muy lindo!!!
Yo hago lo mismo con mi agenda, la cual sigo usando para escribir mis divagaciones aunque sea del año pasado pero como a usted a mi tambien me la regalaron y eso la hace especial!!!
Saludos! XD
Me gustan los muchachos malos de la cabeza también, y usted claro.
Las relaciones amorosas son feas. Pero igual me gustan
eso del café estuvo genial. a mi también me pasa pero nunca lo había intentado (ni courrido siquiera) escribir :)
te me estás haciendo más aguado con los post!... bueno, ta weno, Nadie es perfecto.
Mirá pues! qué bonito eso de que te gusta hacer "zapping" en la tele, es lo máx! yo tb lo disfruto...
un día ponete a jugar, yo lo hago, pasando canales e inventando que es un mismo programa y que lo que van diciendo es un mismo discurso. Es tan chistoso, sobre todo cuando están dando novelas... o comentarios deportivos... o noticias...
Bueno, una vez me dijeron que el sufrimiento es el que hace a los poetas, así que ojalá sigás sufriendo, que quiero seguirte leyendo.
Salú.
S0y la Que No Buscas, ya se hizo clienta frecuenta. Le voy a tener que dar tarjeta para ponerle sellitos.
Por algo somos amigas, Elena. Qué grencha esta respuesta tu comentario.
Samuel, depende de las personas. Pero, claro, yo prefiero la soledad y los amigos a andar con un cerote.
malvadoyin, usté ha de ser de esos muchachos malos de la cabeza.
mauxito, no a todo.
jajajajajaja que chiste, ni me fije dionde me contestaste, weba, ya leí casi todo tu blog hoy.
Samuel, qué lindo. Me da onda (como pena).
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