Ahora ya soy uno. Se me arrancó la multitud y soy uno, otra vez. Unas vitrinas adelante. Avanzo. Unos edificios opacos y una música que reconozco.
Qué lejos estoy del suelo donde he nacido.
Inmensa nostalgia invade mi pensamiento.
Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento,
quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento.
Una tarde en el DF, en una placita entre el templo de San Francisco y la torre Latinoamericana, tomándome un café del Seven Eleven, entre cuatro esculturas de Salvador Dalí, con una nube negra de lluvia arriba de mi cabeza y un viento que la arrastraba y movía mi camisa; pensé en una manera hermosa de suicidarme: talvez un balazo junto al asta en medio del Zócalo, quizás tirarme de un puente peatonal al periférico; talvez tirarme en las vías del metro o, no sé, algo; pero algo efectivo, sin tanta teoría ni preámbulo.
4 comentarios:
Esto está hermosamente escrito.
Pero no se me vaya a suicidar.
He pensado tanto en hacerlo, Elena, que no creo que lo haga. Soy como un emo o como la Krisma Mancía.
como soy bien "tonta" como dice elena salamanca ¿quien es krisma mancia? que tiene que ver con el post
atentamente
Sebas, fiel almirador de tu blog
Krisma Mancía es una joven poeta salvadoreña que ha publicado "La Era del Llanto" y "Viaje al Imperio de las Ventanas Cerradas".
Lo invito a leerlos, Sebas; así entenderá un poquito más a qué me refiero.
Gracias por visitar mi blog y por el comentario.
Saludos.
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