Me acuesto con los audífonos dentro de las orejas y la música encendida, aleatoria, dentro de ellos; llego a un estado en que no sé si sueño o vivo las imágenes que me presentan frente a frente, entre mi frente y la pared del cuarto, a oscuras, de madrugada.
Un hombre me habla desde la distancia que hay entre una foto blanco y negro y el presente. Está sentado al centro de la imagen, rodeado de otras personas que no sé quiénes son. Me habla en un idioma que no conozco pero que entiendo, y pienso que qué cliché ese método pero qué efectivo. Podría traducir su mensaje en palabras de ánimo pero no puedo. Su mensaje es una sensación en mi cabeza y mi pecho cada vez que lo recuerdo. El mensaje es para mí nada más; no puede ser traducido. Esto último lo acabo de comprender en el momento que escribo estas palabras.
Estoy sobre la cama despierto y me quiero mover pero no puedo. Tengo los ojos bien abiertos en la oscuridad. A veces se me ha ocurrido que las pupilas se dilatan en la oscuridad porque se llenan de ella. Mientras más oscuro, más dilatadas las pupilas. Y las mías están enormes. Reconozco los promontorios de cosas que me rodean en el cuarto y no puedo girar la cabeza. Me desespero y eso no me ayuda a moverme. Después de luchar adentro de mí, cedo. Es inútil. A los minutos intento mover la cabeza un poco y lo logro. Como estoy solo, no puedo volver más extraña la situación y ni me he asustado. Cierro los ojos, el cuarto sigue oscuro e intento dormir.
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Cosas que me pasaron.
2 comentarios:
Qué interesante escribis!!! :)
¡Qué lindo ver un nickname nuevo por aquí, Debora Ester! Saludos. La espero siempre.
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