Agarro mi kit de exilio temporal y me salgo de la casa en un día que no tenía planeado hacerlo. Qué mejor refugio puedo encontrar que esta combinación de confesión católica y testimonio evangélico. Frente al monitor, en Blogger, siento que me confieso en privado y que la pantalla es la pantalla calada que esconde la vergüenza entre el cura y yo. Me doy cuenta de que muchas personas leerán mi confesión y, sólo por eso, esto se convierte en testimonio. La computadora es el púlpito desde donde "vengo a darles testimonio de salvación en mi persona" y ustedes son los creyentes, los feligreses, los peores religiosos que he tenido la desdicha de conocer: los evangélicos.
Como mi papá está triste y no cabemos los dos en la casa en esa situación, me salgo. Después de bañarme respiro profundamente y me digo que salir me va a hacer bien; comienzo a recordar cuando comencé a salir solo, mi adolescencia, los 13 años, los 14 y los 16; recuerdo la sensación de bienestar y de calma. Yo, niño, en calma, en medio del caos de San Salvador. Armo mi kit de exilio temporal. La agenda de las fotos bonitas, los lapiceros, los documentos en la billetera con tres dólares, la bolsa con la veintena de colas para el pelo, papel higiénico. Me cruzo la pita del morral en el pecho y me voy. Salú, papá, te dejo solo para no estorbarte en tu tristeza; te entiendo. Salgo a la calle y espero regresar a la casa. Tengo que cruzar Soyapango, soy abiertamente gay, tengo el pelo largo, tengo 23 años, viajo en bus, no uso jeans, creo que escribo poesía. No sé. Tengo altas probabilidades de estar muerto.
Como mi papá está triste y no cabemos los dos en la casa en esa situación, me salgo. Después de bañarme respiro profundamente y me digo que salir me va a hacer bien; comienzo a recordar cuando comencé a salir solo, mi adolescencia, los 13 años, los 14 y los 16; recuerdo la sensación de bienestar y de calma. Yo, niño, en calma, en medio del caos de San Salvador. Armo mi kit de exilio temporal. La agenda de las fotos bonitas, los lapiceros, los documentos en la billetera con tres dólares, la bolsa con la veintena de colas para el pelo, papel higiénico. Me cruzo la pita del morral en el pecho y me voy. Salú, papá, te dejo solo para no estorbarte en tu tristeza; te entiendo. Salgo a la calle y espero regresar a la casa. Tengo que cruzar Soyapango, soy abiertamente gay, tengo el pelo largo, tengo 23 años, viajo en bus, no uso jeans, creo que escribo poesía. No sé. Tengo altas probabilidades de estar muerto.
5 comentarios:
Qué bueno leerlo nuevamente. Este blog me gusta mucho y, en sí, creo que soy un fans (pero no ventiladors, sino admiradors).
:)
PD1: ¿combinación?, ¿monitor?
PD2: No me odie, sólo hago esto con las entradas que realmente me gustan.
Me alegro de saber de ti.
Lo que has contado me recordó la época en que mi padre y yo estuvimos peleados. Yo tenía un problema determinado y mi padre, al no saber como ayudarme no lo podía tolerar y me echaba la culpa. Sufrimos ambos mucho. Por suerte eso es agua pasada.
Me gusta mucho esta entrada!!!
Un gusto leerlo!!
No entiendo como había dejado de leerte, si me gusta mucho como escribís. U.U
Mario E., gracias :)
PD1, corregido :)
PD2, no lo odio :)
Mente Policromada, claro. Yo he pasado cosas muy fuertes y feas con mi papá, también. Pero no era el caso de esta entrada. Él sólo estaba triste por cosas de él. Pobrecito. Ambos necesitábamos estar solos ese día.
S0y la Que No Buscas, gracias. A la orden.
TITO, la que es puta vuelve... y con hijos de otro. ;) Gracias por seguir visitando este bolado.
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