domingo, 30 de mayo de 2010

miércoles, 19 de mayo de 2010

Ley

Cuando dos muchachos jóvenes se enamoran, uno de ellos se muere.
Atopos y Vassilis Zidianakis (nada que ver).

martes, 18 de mayo de 2010

Épico

Dos muchachos entre veinte y treinta años estaban enamorados el uno del otro y uno de ellos se murió.

Foto-nada-que-ver de Terry Tsiolis.

jueves, 13 de mayo de 2010

Fin

Se encontraron un día, los dos. Se dijeron que estaban enamorados el uno del otro y la sonrisa y la felicidad no podía ser más grande. Entre los árboles, entre las gentes, entre dos etapas de la vida y entre el cielo y la grama: los dos. Frente a frente y de ojos a ojos. De las manos, se acercaron y pusieron los pechos cerca, y las rodillas, y la sensación de los penes dentro de la ropa cerca, y los labios. Al suelo cayeron sin poder resistir. La grama los recibió con el color que tiene y su olor. Rodaron, ridículos, ridículas, como si los filmaran para algún comercial de algo. || Uno los detuvo a los dos. Uno quedó encima del otro, abrazándolo con las piernas. Le dijo: creo que podría llegar a necesitarte todos los días desde hoy en adelante. El otro sonrió demasiado y se escapó de las piernas que le apretaban las costillas y corrió perseguido. Uno se aventó sobre el muchacho hermoso que le huía dentro de un juego, tirándolo al suelo entre carcajadas y respiraciones fuertes. El muchacho cayó con la nuca sobre una piedra y se murió [sonido de botella quebrándose].
Foto -que no tiene nada que ver- de Ben Toms.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La creatividad y el escroto

Espero que hoy sí echen de sus trabajos a quienes me visitan desde ahí:
 
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Fotos tomadas de la revista Academy for Men.


lunes, 3 de mayo de 2010

Anillo de envoltura de pajilla pegada a un envase Tetra Brick

INICIO.
La misma historia.
Simplemente ser.
Andar
con el pelo, por ahí, al viento y hurgando mi boca cuando hablo.
La gente que existe al rededor no me importa.
Lo que coma yo no importa.
Cualquier cosa que entre o salga de mi boca no importa.
No importa el nombre correcto de los cerros, si se deshacen a mi contacto.
No importa un nuevo sendero que pude haber recorrido en la infancia,
entre juegos,
si se deforma a mi contacto.
No importa el cielo.
No importa el día.
No importa el lugar en San Salvador o aledaños
que me pueda esconder un largo rato,
si se transparenta a mi contacto y me deja ante la vista de todos,
mal sentado entre la basura.
No importa, mucho menos,
el anillo que hoy me hice de una envoltura de pajilla pegada a un envase Tetra Brick.
No importan los pocos milímetros sudorosos al rededor de mi meñique.
Si no importan los lugares apartados del bullicio,
mucho menos importo yo dentro de ellos.
No importa mi pierna cruzada en ellos. Ni mi vergüenza.
Ni mi cara escondida en mi pelo.
Ni mis dedos entre mi cara y mi pelo.
Ni la fecha del momento importa, si otra fecha importante la ha antecedido.
No importan los dedos en los agujeros de mis pantalones.
Ni los minutos vividos en el suelo.
Aunque ahora viniera un pájaro bello y me llevara acostado y contándome un secreto,
ese momento no importaría.
Sería
la misma historia.
Volar
con el pelo, por ahí, al viento y hurgando mi boca cuando hablo.


ÉSTE NO ES EL FINAL.