jueves, 18 de junio de 2015

El día

Si la respuesta es el desprendimiento, 
¿qué me retiene aquí? 
Pasadas palabras apasionadas que sólo resuenan en mi cabeza,

en ningún otro lugar. 



Si este fuera el último, 
hubiera sido el mismo: 

Lloro. 
Veo a mi papá.
Conozco a un muchacho que no me gusta.
Camino.
Veo a un muchacho que conocí un día hace tiempo.
Veo las cosas bellas que nunca haré,
les doy like.
Encuentro a un muchacho del que estuve enamorado
y vamos en direcciones opuestas

como siempre.

Un terreno vacío a la orilla de Los Próceres,
sin cerca ahora,
pudo ser el lugar.
Pudo ser también una calle inclinada,
pero ese no era el último y no fue.

Tan cerca esa noche de serlo,
vi la escena desde afuera y me gustó:

Yo tirado manierista en el asfalto negro mojado. Dos hombres me levantan y me colocan en medio de ellos. Uno adelante, otro atrás. Veo fijamente el agujero en la punta del pene dirigido a mi cara. Mi corazón acelerado. Trato de retener la mayor cantidad de información de ese momento porque necesito recordarlo, porque será mi último recuerdo. El recuerdo que durará unos minutos o que nunca terminará.

Tan cerca esa noche de serlo,
vi la escena desde afuera y me dio miedo.

Hoy lo pienso, 
porque siento que pudo ser el último; 
pero el pensamiento aplica para cualquiera:

No veré las cosas completadas. Nunca. 
Nunca nada terminará. 
Entonces, 
podría ser hoy el último,
podría ser en cincuenta años. 
Nunca sabré 
quién me extrañará.
¿La cara de quién veré?

Llevo años pensando en la última idea que tendré.