Estás tan joven
y sabés que voy a morir.
Aún así,
seguís envuelto en mi sábana
en nuestra cama
y por cada pestañeo,
por cada parpadeo tuyo, mientras me ves,
me aferro un minuto más
a seguir vivo.
Cuando te durmás
y cerrés los ojos siete horas,
moriré cada segundo más,
cada segundo que tengás los ojos cerrados.
Y si soñás moriré el doble,
y si soñás conmigo no pasará nada;
pero en la mañana,
cuando dos soles floten en tus ojos
y tu erección matutina irrumpa en el horizonte de la cama,
habré muerto por entero
—1.65 metros muerto—
y tendré razón
porque ya te había dicho que moriría
y por eso era que vos llevabas varias noches sin dormir.
Basta.
Estás tan joven que sobrevivirás.
Al ponerme sobre tu pecho desnudo a oír tu corazón,
me di cuenta de eso y no te lo dije;
sólo te besé el pezón izquierdo con los labios cerrados,
relajados y en silencio,
y me comencé a rendir
a un ritmo tan acelerado que me he vencido en varias noches.
Pero vos y yo,
sólo los dos, sabemos
con teorías que lo sustentan, a la fecha,
que no es reprochable dejarse morir.
Poné tu pecho cerca ahora
y dejá que te escuche el miércoles pronosticado dentro.
Hoy es martes.
Tus manos reconfortan mi cara y sólo verte, también.
Alterná un ojo en cada parpadeo,
así me muero más lento.
Quedémonos dentro de mis sábanas
mis últimas horas aquí
cerca.
Lo hemos aceptado.
Estoy tan viejo.
--
*Título decidido al oír MORIRÉ de La Factoría en el bus.
El texto no tiene nada que ver con la canción... casi nada.
Sólo yo sé qué es esta imagen.