sábado, 31 de mayo de 2008

Esperar / Rumbo a México

Una noche en Guatemala para esperar mi vuelo hacia México. Suspiro hondo. Llegué aún de tarde, un poco perdido y un taxista cojo que, muy amablemente, anduvo un poco perdido conmigo, me ayudó a llegar al Hostal Hermano Pedro.

-¿Qué es un oscal, joven? (acento chapín)
-¿Disculpe?
-¿Qué-es-un-oscal?
-Fíjese que no sé. ¿Dónde leyó eso o dónde lo vió?
-¡¿Y no usted dice que va para un oscal pues?!
-¡Aaaah! Sí. Voy para un HOSTAL. Es como una casa con algunos cuartos que alquilan barato, como un hotelito.
-¡Aaaah! Sí. ¿Ahí por el aeropuerto, verdad?
-Sí.
-Ahí los he visto que hay varios hotelitos de sos... ¡hoscal! (para sí).

Y como a las siete de la noche llegué al Hoscal Hermano Pedro. De afuera no se ve tan católico como pensé, pero al estar unas horas ahí me di cuenta de lo bien católico que es.
Una casa grande que pretende ser elegante, muebles viejos hechos en los 60's o 70's que trataban de imitar muebles elegantes de alguna corte francesa de siglos atrás; un piano de cola relegado a mesa donde colocar las exquisitas manualidades kitsch que parecen para comer que la señora dueña hace...

NOTA: SILENCIO A LAS 11:00P.M. / NOTE: SILENCE FROM 11:00P.M.

Caí dormido antes de las diez de la noche. Soñé que maltrataban a mi perro y yo lo llamaba y él no venía. Él prefería que lo golpearan y le sacaran sangre. Luego, llegaba a la casa de mi papá para pedrile ayuda y estaba abandonada; unos pordioseros mecorrían y yo comencé a correr. Corrí por la acera del Bulevar del Ejército tan veloz que de pronto podía correr por las paredes sin caerme, avanzando con manos y pies, como un animal. Quería que los que pasaran en un bus me vieran y se maravillaran. Cuando justo pasó un bus, yo pasé detrás de un árbol. No sé cuánto de eso soñé realmente.

DESAYUNO DE 6:00A.M. A 10:00A.M. / BREAKFAST FROM 6:00A.M. TO 10:OOA.M.

A las seis y media de la mañana tomé el desayuno en compañía de tres costarricences; todos muy amables, de esa amabilidad que uno usa cuando se tiene que compartir un momento íntimo -como el desayuno- con un desconocido. Muy amables todos, hasta yo. El café estaba muy amargo.

-¿Me pasa el azúcar?
-Aquí la tiene.
-Gracias.
-Es un gusto.

Tengo que estar en el aeropuerto a las ocho de la mañana. Son las siete. Voy a ver Fashion TV Channel que en El Salvador no lo tenemos disponible. ¡Qué mierda! Están dando a una modelo argentina poco inteligente paseando por Rio de Janeiro.

La dueña del hostal me trajo al aeropuerto; ella que tiene Biblias en español e inglés por todo el hostal y trata mal a sus empleadas (todas indígenas). Es un alivio llegar por fin al aeropuerto y despedirme de ella. Ya al fin, después de haber pasado por migración en calcetines, llego a la puerta ocho de donde saldrá mi vuelo y donde encuentro a Pablo Benítez, que lleva mi mismo rumbo, leyendo la Poesía Completa II de Roque Dalton.

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Escrito en el Aeropuerto Internacional La Aurora, Guatemala. 9:14 a.m.

viernes, 30 de mayo de 2008

Tierra de nadie

Después de Ahuachapán se terminan los nombres en la Tierra. Los árboles de éstas regiones no tienen dueño. Ningún hombre hizo las calles ni levantó los puentes. En éste lugar sólo se conoce las nubes. Acá las gentes dejaron de caminar un día y se metieron dentro de un cerco. Su sudor hizo germinar una casa oscura y mal hecha. Los niños caminan, se sientan, miran a un lado y se tocan el pelo. Ésta tierra no es de nadie y por eso no tiene nombre. Las vacas dejaron de caminar de repente y se metieron dentro de un cerco. Postes surgieron un día al presentir las pizadas de los hombres que venían. Acá la calle es lenta. El horizonte está justo a un lado. Acá es el otro lado de la frontera donde todo es mentira, un simple recuerdo que se recorre por dentro.

Después de Ahuachapán terminan los nombres en la Tierra.

Volverá a tener uno hasta Ciudad de Guatemala.

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En el bus rumbo a Guatemala.

Triste payaso en la vida

"Soy un triste payaso en la vida
que Dios destinó a sufrir
mas tengo que hacer reír
aunque tenga mi alma herida
mas con mi risa fingida
tengo penas que ocultar
que si yo les puediera hablar
o contar mis amarguras
hasta las almas más duras
podrían conmigo llorar."

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Poema recitado en un bus de la 101-D por la payasita Lagrimita.

domingo, 25 de mayo de 2008

Nadie es perfecto

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En éste certificado de bautismo, el Hermano Manuel Javier Ramírez es Nadie. El color original del documento es celeste (para que no se crea que es de mentira).

martes, 20 de mayo de 2008

Los hombres que me dicen piropos

Mi día sólo tiene tarde y noche. Me levanté al medio día y luego de almorzar tuve que salir a la calle. Caminar. Orearse. Si pasara solamente en la casa me pudriría, me derritiría y me terminaría yendo por alguna alcantarilla.

Salí y el Sol me reclamaba penetrante no haberlo visto amanecer. La calle me calentaba fuerte los pies para derretir las suelas de mis zapatos y volverse más negra. Necesitaba abordar un bus que me llevara al centro. Me econtraba en una esquina, al lado de un cruce de calles. San Salvador es tan grande a mi alrededor que no me percato de él.

Un camión viejo esperaba que el semáforo se decidiera ponerse en verde porque ya no aguantaba su pesada carga de obreros amontonados, sudados y cansados. Los obreros iban apretados unos con otros en aquel camión; algunos sacaban las manos por la orilla como para agarrarse del aire; los de enmedio tenían que cuidar que sus manos no se agarran de otro compañero.

Un beso suave y vulgar se posaba en mi oido.

San Salvador es tan grande que no me percato de él.

Otro par de besos más fuertes y más vulgares me tocaron el pelo y las nalgas.

San Salvador es tan grande que, de una manera u otra, se hace notar.

"¡La de la colita!" me dijeron los obreros y yo volteé a ver en la acera y no había nadie, sólo yo. Ellos me miraban a mí. Los miré fijamente y les enseñé mi sonrisa mientras un enojo negro y violento subía de mi estómago al pecho. Hicieron un ruido que sólo una multitud de hombres puede hacer. "¡Qué linda!", "¡que bonito tu pelo!", "¡mamita!". Y entoncés sonreí lo mejor que pude y llevándome la mano a la boca les tiré besos. Besos en sus caras sucias. Besos en sus genitales hediondos. Besos en sus bocas babosas y apestosas. Besos en su ignorancia.

¡Qué cólera!

¡Qué tristeza!

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Algo que me pasó hoy.

viernes, 9 de mayo de 2008

Cuando andar solo me hace no pensar bien

Salí de La Prensa Gráfica en Santa Elena y me dirigía hacia la parada de buses de la ruta 44 cuando va para Metrocentro. Iba yo con mi libro de Pedro Geoffroy Rivas, El Surco de la Estirpe, en la mano; libro que me había ganado en la sección Cultura de La Prensa Gráfica. Llegando a la parada, un microbus se detuvo y el cobrador me hizo señas con las manos para que me apurara si iba a abordar. Yo no me quería apurar y le hice la seña de que no iba a subirme. Casi iba a arrancar el mircrobus cuando unas mujeres venían corriendo atrás de mí para subirse y el cobrador las esperó. Pasé al lado de la puerta del microbus antes que las mujeres subieran y por pena (o por orgullo) de haber dicho que no me iría, no me subí y seguí caminando por la acera como que mi rumbo era cualquier otro, menos hacia ese microbus. Al fin se subieron las mujeres y apereció una pareja de jóvenes que también se iban a subir y el cobrador los esperó. A todo esto yo no me detuve y seguí caminando porque yo iba para otro lado, menos para ese mircrobus. Arrancó el microbus y me pasó a la par, se me adelantó y yo no me detenía porque aún me podían ver. Sentí que todos los que iban en él estaban esperando para que me regresara a la parada y reírse de mi y decír: "¡qué maje ese bicho!" Entonces se perdió de mi vista y me regresé corriendo a la parada que ya estaba como a quince metros de distancia. Ahí abordé un microbus de la ruta 44. ¿Por qué me pasa esto a mí?

domingo, 4 de mayo de 2008

Tratar de hablar y acariciar con miradas

El muchacho era joven y se veía tan hombre. Esa tarde la ciudad no combinaba con su ropa que no combinaba entre ella, tampoco. Yo estaba igual; era yo mismo con todos los cambios que he acumulado; yo iba sentado casi atrás del bus y el pasillo de enmedio se empezaba a llenar de gente (peatones dentro de un bus). Entraba él en el bus y su cabello lo acompañaba acompañado de su corte de cabello. Su ropa iba con él y también iba el esmalte negro en sus uñas. Se abrió camino con su cuerpo entre los cuerpos de las gentes y así llegó un poco cerca de donde yo iba sentado. Vi las costuras de una bolsa de sus jeans, vi el tejido de la camisa blanca que llevaba bajo la camisa negra de estampados abierta, vi sus zapatos negros, vi su pelo negro y el rímel bajo sus ojos. Al rato se desocupó un asiento y se sentó. Yo lo vi sentarse, vi que iba sentado y que volteaba a ver para atrás y no me veía. Al rato se bajó y pensé bajarme. Una belleza así se tiene que apreciar el máximo tiempo posible (sería lo más sensato). Se bajó. Busqué su espalda con mi mirada y sólo encontré la calle. Se bajó frente a un auditorio y yo seguí mi camino. Llegué frente a la casa, no entré y saqué mi teléfono para preguntarle a mi amiga si sabía de un evento en el auditorio.

- ¿Aló?
-Laura, ¿qué ondas? ¿Estás metida en la compu?
-No ¿por qué?
- Es que mirá: ¿sabés si hoy va a haber algo en FEPADE? Sólo quería que me vieras en Internet si va a haber algo.
-Mmm... perame. -Dirigiéndose a alguien que usaba la computadora- Dame chance un ratito. -Volviendo a mi- Y ¿me vas a llamar en un ratito?
-Eh... sí.
-Va.
-¡Va!

Caminé. Caminé una cuadra arriba de la casa y luego de regreso para que el tiempo se apresurara por mis pasos.

-¿Ajá?
-¿Viste?
-Fijate que... no sale nada para hoy. Sólo sale el V Salón de Dibujo... Jorge Restrepo "Lunas Negras" en La Pinacoteca... no sale nada para hoy.
-Aaah va... Bueno, ¡gracias, vos!
-Va pues.
-Salú.
-¡Cuidate, vago!
-Vos también.

Regreso en el camino. Mejor abordo un bus en dirección contraria y lo busco. Me bajé frente al auditorio recordando que antes lo había visto, me había fijado en su belleza pero ese día estaba más bello. Ese día su pantalón se ceñía con fuerza a sus piernas. En la entrada del estacionamiento, pregunto a los vigilantes cuál es el evento que hay, "los bateriyistas"-contestan-; ya voy entrando al lobby, ya estoy a punto de entrar a la sala cuando unas mujeres me preguntan si estoy en la lista de reservaciones; les contesto que no sabía que había que hacer eso y, al parecer, no les importó, me dejaron entrar igual. Era un festival de bateristas, un evento del cual no había escuchado nada; un evento donde no debería estar. ¿Qué exactamente hacía yo ahí en ese momento? ¿Y si no estaba ahí? ¿Y si estaba ahí qué pasaría? ¿Qué con que esté ahí? ¿Le hablaría? ¿Qué le diría? "Hola, te vi en el bus, me gustaste, llegué frente a la casa y me regresé para buscarte". Yo no tenía que estar ahí. Ese momento no era para mí. Y de repente, comienza a subir desde las butacas de abajo, él hacia mí; se detiene cincuenta centímetros frente a mi sin verme y alguien de la fila a mi derecha lo llama; él se sienta con ese señor y ahora yo se que está ahí, a menos de seis metros de mi. Lo veo, lo veo mucho y no lo dejo de ver hasta que siente mi mirada. Me ve y aparto inmediatamente mi mirada. Y así seguimos los dos jugando a verse y no verse, hasta que la música del escenario me hipnotiza y me quedo ido viendo cómo se mueve el baterista y cómo vibran los sonidos graves hasta donde yo estoy. Luego lo vuelvo a ver otra vez y es él el que me está viendo fijo. Me estremezco al ver un brillo en sus ojos en medio de la oscuridad. La oscuridad de su pelo enmarca ese brillo en sus ojos. A las ocho y diez se levanta se su butaca, tiene que pasar frente a mí y lo hace; me ve fijamente a los ojos cuando pasa más cerca. Se queda parado unos pasos atrás de mi viendo el show y viendo que yo lo volteo a ver. A los cincuenta y ocho segundos camina a la puerta para salir (la puerta donde entré) y al poner su mano para abrirla, me voltea a ver y se queda unos cortos segundos viéndome (Yo siento que me está invitando a seguirlo. Yo creo que me dice que sabe que lo he estado viendo y que lo he seguido. Yo quiero que me diga que me acerque con un movimiento de su cabeza) y no resisto esa mirada y mejor veo al frente, al escenario, al baterista bañado de luces de colores.

Termina la pieza. Salgo a ver si está en el lobby. Sólo quedan las mujeres que me hablaron a la entrada y yo mejor tomo agua y trato de encontrarlo con la mirada viéndome otra vez, viéndome nada más.

Allá está, ha salido al parqueo; se va. Se está subiendo al carro con la gente con quien estaba sentado. Se va. Después de ese momento jamás regresará. Se lo han llevado y no se a dónde. Se lo llevaron. Me lo quitaron. Nunca fue mío.

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Algo que me pasó ayer: sábado 3.